En los traumatismos graves y en los accidentes de alta velocidad los afectados suelen sufrir múltiples lesiones, simultáneamente las fuerzas de mayor intensidad tienen una probabilidad más alta de ocasionar fracturas (Ceallaigh, 2006).

Debido a su prominente posición anatómica la mandíbula es un blanco vulnerable a las lesiones. Entre los huesos faciales la mandíbula ocupa el segundo lugar en frecuencia de fracturas (Pacheco Pacheco-Ramírez MA et al, 2007) y constituye la mayoría de las lesiones traumáticas tratadas por los cirujanos maxilofaciales. La etiología varia de un país a otro, pero a nivel mundial las principales causas de fractura mandibular son los accidentes de automovilísticos y las agresiones físicas.

La mandíbula es el único hueso móvil del esqueleto facial, conforma el tercio inferior del tamaño de la cara y desempeña un papel importante en el lenguaje, en la deglución y en la respiración; además ocupa una prominente zona estética dando a los individuos una característica facial única (Lee, 2008).

El diagnóstico de las fracturas de mandíbula es fundamentalmente clínico, sin embargo, es necesaria la realización de pruebas de imagen para ayudar al diagnóstico y a la decisión terapéutica (Casteleiro, 2007). El manejo involucra hospitalización e intervención quirúrgica en más de la mitad de los pacientes con fractura mandibular (Lee, 2008); el tratamiento puede clasificarse como abierto o cerrado de acuerdo al método de reducción utilizado (Pazza, 2008).

Las fracturas de la mandíbula son causa de discapacidad funcional y morbilidad estética e invalidan laboral y socialmente al paciente que la padece. Se requiere en los servicios de urgencias y de cirugía máxilofacial de un instrumento que le permita al médico ofrecer un tratamiento oportuno a los pacientes con fracturas de mandíbula.

Referencia: Guía de Práctica Clínica Prevención, Diagnóstico y Tratamiento de Fracturas Mandibulares en los Tres Niveles de Atención ISBN 978-607-8270-74-3
Fracturas Mandibulares